Los
árboles se inclinan por verse en el espejo
sin
hojas, que el otoño arrancó de sus ramas.
Recordó
el viejo árbol, ahora de tronco añejo
cuando
a la tierra yerma se cayeron sus armas.
Cubierto
de barbecho el campo, ya bermejo,
con
luz hoy mortecina huyendo de las llamas.
Por
la niebla cubierto emigrará el vencejo
saltando
entre las nubes reflejos de oriflamas.
El
hombre, la simiente con sus manos cuidó,
bendita
primavera que al campo retornaba,
en
la tierra baldía, cantando la sembró.
La
floresta del bosque de verde se pintó
el
fondo del espejo la euforia reflejaba
y
el árbol aunque viejo, de brotes retoñó.
Me gusta el sentimiento de esperanza
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