Volaban entre las teclas del piano,
llevadas por el viento a su ventana,
dulces notas de mística pavana
bailando al son del roce de su mano.
Blanco marfil que pareciera humano,
etérea flor con cálida campana
despertando a la luz de la mañana
ojos tristes del caballero indiano.
Ermitaño en el árido desierto,
recuerdos y esperanzas olvidadas
son cruces que a su espalda van cargadas.
Heridas de su corazón abierto
la música en el alma arrinconaba
soñando con la autora del concierto.
Una elegante dama, era por cierto,
y al galán en sus sueños presentía
interpretando aquella melodía.
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