sábado, 25 de abril de 2015




Los árboles se inclinan por verse en el espejo
sin hojas, que el otoño arrancó de sus ramas.
Recordó el viejo árbol, ahora de tronco añejo
cuando a la tierra yerma se cayeron sus armas.
Cubierto de barbecho el campo, ya bermejo,
con luz hoy mortecina huyendo de las llamas.
Por la niebla cubierto emigrará el vencejo
saltando entre las nubes reflejos de oriflamas.
El hombre, la simiente con sus manos cuidó,
bendita primavera que al campo retornaba,
en la tierra baldía, cantando la sembró.
La floresta del bosque de verde se pintó
el fondo del espejo la euforia reflejaba
y el árbol aunque viejo, de brotes retoñó.

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