En el camino gimen las estrellas,
húmedo de escarcha y musgo frío,
que serpentea las orillas del río
donde dejan las fieras sus huellas.
Van en cortejo núbiles doncellas,
guiadas al cruel y funesto destino,
hacia el reino del malvado felino
que espera desposar a todas ellas.
Quisiera un rayo eliminar la estampa
y jinete montado en blanca nube
a la fiera los ojos bien le tapa.
Le hace danzar mientras el rio crece
hundiéndole en sus aguas cenagosas
hasta que el rio al malvado vence.
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