Volaban en
las alas de Pegaso,
y graban sus
poemas en las nubes,
pasando por los
valles y las cumbres
llamaron a
las puertas del Parnaso.
Varios
dioses les frenan a su paso,
proclaman no
respetar sus costumbres
arrojando
sus poemas a la lumbre
ardiendo en
los confines del ocaso.
Las musas, asumiendo
su defensa,
alabando los
versos de los hombres
que dignos
esperaban recompensa.
Se sienten
por el triunfo tan ufanos
ya ninguno
recuerda sus raíces,
y que en la
tierra siguen siendo humanos.
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