Entre limoneros baja
por la
vereda El Serrano
Viste la
ropa de gala,
vara de
fresno en la mano,
la
chaquetilla de pana,
camisa
blanca debajo.
En la boca la
sonrisa
de galán
enamorado.
Al encuentro
se aproxima,
ella le
estará esperando.
Aroma a
romero y jara
en su
cabello castaño,
labios color
de la grana,
los ojos
aceitunados.
Los novios al
fin se encuentran.
Es el
momento esperado,
con ansia de
amores ciega
se funden en
un abrazo.
Tapado tras
una encina
alguien les
está observando.
Una sonrisa
mezquina
en su rostro
ha dibujado.
De amores
rondó a la moza,
ella lo fue
rechazando.
El Manco no
se conforma
-
en
su día le apodaron -
y persigue a
la muchacha
cegado por sus encantos.
La tarde ya
se termina,
el sol está
en el ocaso.
Entre besos,
la pareja
va
deshaciendo el abrazo.
El muchacho ya
se marcha,
ella se
queda llorando.
De pronto,
en el campo suena
el estruendo
de un disparo.
El Manco,
tras de la encina
con la
escopeta en la mano,
en su rostro
una sonrisa,
ve doblegarse
al Serrano.
La chica corre
alocada
hasta llegar
a su lado.
Junto a él
cae de rodillas.
Rosas de
sangre han brotado
sobre la
blanca camisa
que la niña
había bordado.
Por la
sinuosa vereda
escapa
corriendo El Manco.
Entre verdes
limoneros
quitó la
vida al Serrano.
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