martes, 19 de enero de 2016

GLOSA DE PIE QUEBRADO 7






Corrimos detrás del viento,                          
las hojas nos azotaban
como manos que brotaban
para absorber nuestro aliento.

Nubes blancas en el cielo
como cisnes de algodón
ondean como un pendón
a gran distancia del suelo.
Eran gotitas de hielo,
cristales que en un momento
nos helaron el aliento.
Los árboles se inclinaban
y mientras se desgajaban
corrimos detrás del viento.

En el bosque nos perdimos
entre ramajes vetustos
y sorteando los arbustos
a los dioses aludimos.
Con las ramas nos herimos,
los miedos nos embargaban
y rayos iluminaban
con la furia del invierno;
mientras se abría el averno
las hojas nos azotaban.

Los ecos de los lamentos
escaparon a la cumbre
y fue tal la incertidumbre
que nos volvimos violentos.
Tuvimos que estar atentos
mientras los rayos quemaban
sus reflejos nos cegaban,
escaparnos no pudimos
pues con el terror sentimos
como manos que brotaban.

Al fin todo terminó
y se acabó la tormenta
que siendo tan virulenta
a todos nos afectó.
El cielo se despejó
y cuando ya amainó el viento
continuaba el tormento,
del suelo salió vapor                 
que subía con furor
para absorber nuestro aliento.

Andrés Tello   --   Abril 2015

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