sábado, 9 de abril de 2016

MUERTE Y ASCENSION






                


Tembló la tierra, tembló,
supuró sangre su herida
cuando la lanza fundida
en su cuerpo se clavó.
El agua se revolvió
en el mar de Galilea;
ya su cabeza ladea
de aquel súbito temblor
que le causaba el dolor
cuando su cuerpo flaquea.

Murió sin sentir rencor
perdonando los pecados
allí, a los hierros clavados
resistiendo con valor.
Le miraba con amor
una Madre dolorida
que ya de dolor transida
escuchaba entre gemidos
como cesan los latidos
en aquella alma afligida.

Los cielos se amotinaban
el gentío raudo huía,
la tormenta les cubría,
las nubes les acechaban.
El cuerpo inerte llevaban
tapado con un sudario,
bajando todo el calvario
llegan a la sepultura,
donde una roca clausura
aquel lecho cavernario.
         
Los apóstoles le velan,
creen en su Resurrección
y orando con devoción
a las mujeres consuelan.
De los romanos recelan,
porque serán castigados
si acaso son apresados.
María, no esconde el llanto,
con el borde de su manto
limpia los pies horadados.

La campana repicó
resucitó al tercer día,
de la sepultura fría
ante ellos se presentó.
Tomás no se lo creyó
dudó de la profecía,
pero Él le bendecía,
cuando tocó su costado
Tomás cayó desmayado
 y su boca enmudecía.

Atónitos presenciaban
la Ascensión de Jesucristo
los apóstoles le han visto
y todos juntos oraban.
Mientras al cielo miraban
cuando Jesús ascendía
una nube les cubría
ocultando su visión.
Sintieron la bendición
del que nunca moriría.

Semana Santa 2016





















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