sábado, 20 de octubre de 2012

TIEMPO DE CINE


                                          

Paseando por la Gran Vía de Madrid, observo los pocos cines que quedan y que aún no se han convertido en teatros, e incluso, en centros comerciales. Recuerdo los grandes carteles, verdaderas obras de arte, que cubrían las fachadas, anunciando las superproducciones de Hollywood, con los rostros de los actores y actrices más famosos del momento.
Entonces me vienen a la memoria  aquellos cines de barrio en los que ponían programas dobles, y al final había un espectáculo de variedades, por lo general interpretes de la copla. Las familias se reunían los sábados; padres e hijos con un bocadillo de tortilla de patata o de pimientos fritos iban todos al cine.
Alguna de estas salas, en verano, tenían una terraza que abrían por la noche para mitigar el calor de Madrid, y allí, en el Descanso, ahora Intermedio, entre película y película, los hombres aprovechaban  a pasarse la bota de vino fresquito con gaseosa, mientras los más pequeños correteaban por entre las filas de sillas de hierro y un chaval, paseando entre los espectadores  con una caja de madera colgada del cuello, pregonaba: “Hay pipas y caramelos, hay bombón helado”.
Era otra forma de ver cine.
Andrés Tello
Abril 2012

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